Pasión y
muerte
Por: Ricardo Veisaga
A fines del siglo
pasado, el escritor Nick Tosches, escribió una biografía sobre la vida y la
confusa o extraña muerte de Sonny Liston. Siempre existieron dudas razonables sobre
el día y el verdadero lugar de su
nacimiento, lo mismo se puede decir sobre su muerte, todo esto le hizo decir a
Tosches: “Un tipo que conocía a Sonny alguna vez dijo de él: «pienso que murió
el día que nació». Nadie, ni siquiera Sonny, supo exactamente cuando fue ese
día, ni dónde nació. Sólo él y los hombres que lo mataron supieron la fecha de
su muerte. Su vida comenzó y terminó en una nebulosa.”
El filósofo
alemán Martín Heidegger dijo: “El hombre es un ser para la muerte”, una frase
que hizo una larga y prestigiosa carrera, como si fuera un terrible descubrimiento.
Como si la gente no lo hubiese constatado por miles de años, de manera empírica
o racional. Pero además una afirmación que no nos dice mucho, ya que todos
mueren, los hombres, las plantas, los animales.
Mi frase post
Heidegger es: “El hombre es un ser para la muerte, que tiene plena conciencia
de su finitud”, conciencia que no poseen las plantas ni los animales. En
referencia a estas cuestiones hay que hacer una importante distinción entre
individuo y persona, el individuo nace y muere, la persona no nace, se hace, y tampoco muere, ya que
continúa viviendo en la memoria de los
demás, como lo estoy haciendo al escribir sobre Sonny Liston. El individuo al
nacer también empieza a morir, el fin de la vida es la muerte.
Dicen que Charles
L. “Sonny” Liston nació en 1932, en
Little Rock (Arkansas), el sobrenombre “Sonny”
“hijito”, se le ocurrió a un boxeador ya veterano Don Smith, al considerarlo un
púgil inexperto que debutaba en el boxeo profesional y pago. Al promotor de la
pelea le gustó y así lo presentó en esa velada, Don Smith apenas le aguantó a
Liston 33 segundos. Las dudas sobre su verdadera edad fue una constante, cuando
ya era campeón del mundo, realizó una gira de exhibición por Europa, pero tuvo
que regresar de inmediato al conocerse su paternidad de dos hijas secretas:
Mary, de 17 años y Eleonor, de 12 años. Si su edad real en ese entonces era de
31 años, Liston habría sido padre a los 14 años. Siempre se sospechó que usaba
la identidad de un hermano.
Su padre Tobe
Liston, fue un hombre despreciable, borracho, violento e irresponsable, trabajaba
cuando tenía ganas, de recolector de algodón en los campos de Arkansas, Sonny
se crió junto a sus veinticuatro hermanos (su madre fue la segunda mujer de
Tobe), Sonny fue una víctima de su
padre, cuando tenía ocho años lo envió a recolectar algodón en una plantación
en Pine Bluff. Su padre solía repetir: “Si tienes edad para sentarte en la
mesa, la tienes para trabajar”. Sonny confesaría después a un periodista en una
entrevista: “Yo no tenía nada cuando era un niño, pero tenía un montón de
hermanos y hermanas, una madre impotente y un padre que no se preocupaba por
ninguno de nosotros. Crecimos con poca ropa, sin zapatos, poco que comer. Mi
padre trabajó duro y me hacía trabajar duro.”
Luego de la separación
de sus padres, Sonny, se muda con su
madre y algunos hermanos a Saint Louis (Missouri), sin educación, a duras penas
podía escribir su nombre, solía firmar con una “X”, era una persona ruda, con
un escaso y pobre lenguaje, de pocas
palabras como un telegrama, sin dinero y con varios arrestos en la policía
local. En Saint Louis concurría a una escuela, donde era objeto de burlas de sus
compañeros, debido a su analfabetismo y a su gran tamaño, con 16 años, se
juntaba con los peores chicos del barrio y asaltaban tiendas y bares. Liston
recordaba su única preocupación en esa época: “lo único que veía era un plato
lleno de comida”.
Después de un robo
en una gasolinera y tras ser detenido, ingresa en la prisión. En ese lugar tuvo
un encuentro que cambiaría su vida para siempre. Conoció al capellán de la
cárcel, un sacerdote católico (jesuita) Alois Stevens, director de deportes de
la prisión. Liston se refirió a él: “Fue el primer hombre que me dirigió la
palabra sin darme ordenes”. Alois, le había
dicho: “Charles, hijo, Dios ha puesto dinamita en esos puños. Sólo tienes que
usarlos”. Alois, la misma persona que pronunciaría unas palabras durante su
funeral, le convenció de que podía purgar sus pecados entre el confesionario y
el gimnasio, y que podía enderezar su rumbo. Sonny sacó provecho de su cuerpo,
tras duros entrenamientos, una férrea disciplina, y fuerza de voluntad, se convirtió en una verdadera máquina de
demolición. El oso salvaje, se abrió camino hablando con sus manos, a puño
limpio, así comienza con la conquista de
los “Guantes de Oro”.
Su manager Monroe
Harrison, había vendido su contrato a Frank Michell, Sonny estaba arruinado y
tenía a su esposa enferma. Frank era la cara visible de John Vitale, el mayor
gánster de Saint Louis, quien le dio trabajo como descargador de ladrillos, en
realidad su verdadero trabajo era mantener a raya a los obreros negros que
daban “problemas”. Regresará a la cárcel luego de agredir a un policía, signado
por el odio, sigue golpeando más fuerte, más duro, más rápido, no sabe o no le
importa la piedad. Sonny diría: “Les
pego y se caen”, son épocas de su gancho izquierdo. “Voy a tumbarlos a todos”,
dice Liston. Un periodista le preguntó:
“¿Y qué harás cuando no te quede nadie a quien tumbar, Sonny?” Responde sin
inmutarse: “Pues entonces volveré a tumbarles a todos otra vez”.
Liston, junto a
su esposa Geraldine, decide instalarse
en Filadelfia, y consigue la protección de los capos de la mafia que mandaban en la ciudad, Frankie
Carbo y “blinky” Palermo. La mafia tenía acaparado el negocio del box y Liston
fue el último campeón que fue víctima de esas garras. El contrato de Sonny
acordaba el 52% para Carbo, el 12% para John Vitale, el 24% para Sonny y su
manager Pep Varone y el resto se esfumaba en gastos de representación.
Después de
terminar con casi todos, sólo quedaba el campeón, Floyd Patterson. Pero Floyd y
Cus D’Amato, su entrenador, se negaban. El entonces presidente John Kennedy
había invitado a Patterson, por ser el primer campeón de los pesos pesados que
recuperaba su corona, en esa reunión Floyd le prometió a Kennedy que su próximo
rival sería Liston. Sonny dijo sobre esa
promesa: “Si no se lo hubiera dicho al presidente no me hubiera dado la
oportunidad, pero cuando se le dice al presidente de los Estados Unidos algo,
hay que hacerlo”.
La pelea por el título
fue en el Comiskey Park, en Chicago. Liston lo mandó a la lona a Floyd, en el
primer round, aplicándole jabs y derechas mortíferas a la cabeza. Liston se refirió a esa pelea tiempo después:
“Por el modo en que cayó supe que no se levantaría”. Floyd reclamó: “Quiero
volver a pelear con él”, un periodista lo espetó, “¿pelear otra vez?, ¿acaso
has peleado esta noche?” La revancha sería en Las Vegas, Liston vaticinó:
“Quien pague por este combate será un idiota, va a ser peor que el primero”. La
pelea terminó con un K.O en el primer round y duró cuatro segundos más que el
primero.
La prensa se
rinde ante los puños de Liston, y dicen: “Patterson es historia, Folley
también, Cleveland Williams no sirve. ¿Qué hacer?’ Mientras tanto Sonny es el
nuevo héroe de la prensa, es el boxeador favorito de los Beatles, y apareció en
la portada del célebre disco Sargeant
Pepper’s y, Patterson explica sobre la derrota. “Lo que me asusta no es que
me hagan daño, lo que me asusta es perder. Perder entre ocho cuerdas no es lo
mismo que perder en cualquier otro sitio. Un púgil que ha sido vencido por K.O.
o por inferioridad manifiesta sufre de un modo que no podrá olvidar nunca. Le
pegan la paliza bajo los focos, con miles de testigos que lo insultan y le
escupen, y sabe que también lo están viendo otros muchísimos miles de personas
a través de la televisión y de los noticiarios cinematográficos”.
Kipling en su
poema “Si”, dijo estas bellas palabras, recomiendo a los lectores a que la lean
completa:
“Si puedes conocer al triunfo y a la derrota,
y tratar de la misma manera a esos dos impostores.”
“Si puedes amontonar todo lo que has ganado
y arriesgarlo todo a un solo lanzamiento;
y perderlo, y empezar de nuevo desde el principio
y no decir ni una palabra sobre tu pérdida.”
“Tuya
es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más: serás un hombre, hijo mío.”
La prensa seguía
preguntando: “¿Existe alguien en este mundo, lo suficientemente loco, como para
pelear con Liston y arriesgarse a que le partan el alma?”. Y la respuesta es el
aun Cassius Marcellus Clay.
Clay sabe que
quien pega primero pega dos veces, y pone en marcha una guerra psicológica sin
precedentes, ve una cámara y se lanza hacia ella, grita, amenaza, baila, salta,
hace alardes, reta, canta, se proclama como bello se burla del oso feo. “Liston no puede ser el campeón
del mundo de los pesos pesados. Es demasiado feo y gordo. En cambio, yo soy
guapo”. Y grita: “Sonny ¿me oyes? Eres un oso. Un osos feo y perezoso, y te voy
a cazar”. Clay era toda soberbia, “¿Humildad? Soy demasiado grande como para
ser humilde. Soy lo máximo”, “Soy tan rápido que anoche apagué la luz y me metí
en la cama antes de que el cuarto se quedara a oscuras”. Clay está en su
hábitat, como una piraña en el rio, Liston es devorado de a poco por ese
mediático, Clay va ganando el respeto y la confianza, y Sonny la va perdiendo,
el aspirante a campeón lo destroza una y otra vez, con sarcasmo y sin piedad.
Días previos a la
revancha con Patterson, Clay persiguió a Liston por toda la ciudad, una noche
ingresó al casino donde apostaba Liston, se empezó a burlarse de él, Sonny sacó
un revólver y comenzó a dispararle, lo que hizo huir a Clay, acto seguido Sonny
se disparó a sí mismo, para mostrar que era de fogueo. Tras el combate subió al
ring y se dirigió al rincón de Liston, insultando. Cuentan que una noche,
Liston junto a su amigo Red Smith, periodista de Filadelfia, se reunió en el
bar del hotel donde se alojaba Clay, y le estampó una bofetada a Cassius. “¿Por
qué has hecho eso?” Preguntó Clay. “Porque tienes mucha cara”, contestó Sonny,
luego le habría dicho a Smith cuando se marchaban. “Ahora tengo el corazón del
muchacho”. Craso error.
En esa pelea realizada
en Miami, en los cuatro primeros rounds, Liston no había podido conectar ningún
golpe serio a Clay, al final del cuarto round, Clay le dijo a Ángelo Dundee,
que no veía absolutamente nada, quería abandonar, se comentó que Liston había puesto un liquido en los
guantes, tiempo después reconocería Clay, que era árnica que le habían puesto
en el músculo y que lo había rozado por error.
Dundee no lo dejó
abandonar, le lavó los ojos con agua y le dijo: “¡Sal ahí y no pares de correr!
Aguantó a Liston como pudo, un round en
el que estaba perdiendo, en el siguiente round con la vista mejorada, vapuleó a
Liston y al terminar el sexto, Sonny en su rincón escupe el protector bucal, no
puede más, decide no continuar. Liston dijo que se había lesionado y el médico
de la comisión de box, también certificó una lesión en el hombro, pero nadie le
creyó. Su reputación estaba por el piso.
Todos los
pronósticos fallaron, el periodista Eduardo Lamazón, dice: “Los pronósticos no sirven. Si son muy
lejanos al encuentro, son un engaño. Si son cercanos, fallan demasiadas veces.
Fallan en las peleas claves, se entiende. Cuando Muhammad Alí llegó a
disputarle el título de peso completo a Sonny Liston, en 1964, había 23
expertos al borde del ring. Veintidós vaticinaron la victoria de Liston por
nocaut y uno predijo que sería por puntos. Y, créanme eran los más expertos del
mundo.” “Cuando en 1990 Ed Schuyler, el
mítico escritor de boxeo de la agencia AP llegó a Tokio para ver la pelea
Tyson-Douglas, un reportero japonés, lleno de reverencias le preguntó: “Señor,
¿cuánto tiempo permanecerá en nuestro país?”, a lo que Su Santidad Schuyler
respondió: “La pelea durará un minuto y treinta y tres segundos, después de
verla me voy”. Ganó Douglas, claro, que no era su elección.”
Julio Ernesto
Vila, recientemente fallecido, un día después del combate entre el campeón
“maravilla” (pesadilla) Martínez y
Murray. Quien fue uno de los mayores
especialistas boxeo en el mundo, dijo: “No hago pronósticos, ni evalúo las
carreras de los boxeadores antes de que estén retirados. Lo aprendimos con Mike
Tyson. Se dicen tantas cosas que se llegó a decir que Oscar de la Hoya era
mejor que Henry Armstrong, y De la Hoya difícilmente entra en los diez mejores
en ninguna de las divisiones en que participó”. Lo que siempre debemos
responder cuando nos piden vaticinios es: “nunca sabemos qué boxeador vamos a
ver”, porque los boxeadores no se comportan igual en todas las peleas. Si
pelean Manny Pacquiao y Floyd Mayweather, ¿qué Pacquiao vamos a ver, el que
peleó con Antonio Margarito o el de la tercera con Juan Manuel Márquez? El
primero puede aspirar a ganar, el segundo no. El boxeo es diferente en esto a
todos los deportes. Si un peleador tiene una mala noche no puede disimularlo,
porque además de que baja su rendimiento… ¡le están pegando!
Ali, luego de derrotar a Sonny hizo pública su adhesión
a la Nación del Islam y su nuevo nombre: “Desde hoy abandono mi nombre de
esclavo, no seré más Cassius Clay. Mi nombre es Muhammad Ali”, la revancha se
realizó en Lewiston (Maine), el organizador de la pelea fue Bill McDonald, el
rey de la cadena de comidas rápidas, que lleva su apellido, se dice que perdió
300.000 dólares de esa época. Como tras la primera pelea hubo muchísimos
rumores, que tanto Sonny como su esquina habían apostado a favor de Ali, ninguna
ciudad grande quiso albergar la revancha, por eso se eligió a Lewiston. En esa pelea Liston cayó fulminado en el
primer round, por un golpe que nadie vio, perdón, excepto el escritor Norman
Mailer, la prensa bautizó el golpe que acabó con Sonny, como “golpe fantasma”, la sensación de fraude
circuló por todo el mundo, y aún continúa ( amigo lector, lo puede ver una y
mil veces en Youtube). Ali, lo llamó “el
golpe de ancla”, un golpe rápido al mentón. Se realizó en esa época una
película con el nombre de “Phantom Punch”,
“golpe fantasma”
Sonny, tiempo
después continuó realizando algunos combates en Europa, e intentó su regreso,
para ese plan acudieron en su ayuda dos ídolos de la canción, ambos hombres
vinculados a la mafia, Frank Sinatra y Sammy Davis Jr. Incluso se hablaba de
algunas peleas que se estaban preparando, la primera con Chuvalo, luego con
Jerry Quarry, Ringo Bonavena y una posible tercera pelea con Patterson.
El 30 de
diciembre de 1970, al regresar de una visita a su madre, Geraldine Liston,
encontró a Sonny muerto en su casa de Las Vegas, en la mansión de Paradise
Pall. La autopsia oficial señalaba un paro cardiaco por sobredosis de heroína,
otra versión desparramadas por algunos soplones de la mafia, decían que había
sido un ajuste de cuentas. Tosches sostiene que la mafia, en las personas de
Carbo y Palermo, fueron los dueños de los guantes, las botas, y los
pantaloncillos de boxeo de Liston, pero estaban hartos de él, bebía mucho,
siempre en problemas con la justicia. Estuvo a punto de quedar en evidencia
como violador, adicto a las drogas. “Hice lo que me ordenaron”, había comentado
Liston de su pelea con Ali a su hermano mayor. También sostiene que un ex
presidente de la Comisión de Boxeo del estado de Nevada, refiriéndose a la
primera pelea con Ali, había mencionado: “Recibieron 300.000 dólares por la
pelea, y los apostaron siete a uno en contra de Sonny. Se llevaron 2.100.000
dólares
Estes Kefauver, quien
estaba al frente de una comisión que investigaba la corrupción en el deporte,
le dijo a Liston. “Están abusando de usted, y tiene que poner término a esta
situación, si quiere llegar a alguna parte”. La lamentable lógica de la
miseria, de la indigencia, de la ignorancia y los vicios llevó a Liston a culminar en una parafernalia entre alcohol y drogas y tal vez,
¿Por qué no con su verdugo?
Joe Frazier dijo
a modo de sentencia: “El boxeo es el
único deporte en el que puedes conseguir que te sacudan el cerebro, perder tu
dinero y poner tu nombre en la lista del enterrador”. Es cierto joe, en
este caso sí, y que poco importa quién sea tu enterrador, si uno mismo se cava
la fosa.