Wednesday, July 17, 2013
Sunday, June 30, 2013
BOX - VOX
Por: MIGUEL MIJES
A
MI SOBRINO ALEX MIJES POR INSPIRARME A VOLVER ESCRIBIR
ESTA
COLUMNA: ¡GRACIAS!
Le
preguntaron a un buen hombre sobre si es que era feliz en esta vida.
|
A lo que contestó: “Hay tres clases de felicidad”.
La
primera: “Es hacer lo que a ti te gusta”
Segunda:
Hacer lo que a ti te gusta: y que te paguen por ello.
Tercera: Hacer lo que a ti te gusta, que te paguen por ello y que te esfuerces por hacerlo mejor”. Hola mis queridos lectores, hacía años que no “me ponía en contacto” con sus mercedes. Antes de disponerme a escribir este mensaje, aficionados me encontraba molesto por la actitud de un individuo que labora dentro de este deporte esperando toda clase de comprensión para él. Todo por hacer algo que le gusta (¿?)Hacer. Nosotros los que trabajamos en el “deporte de las narices chatas”, somos muchas veces muy entusiastas (no todos) para hacerlo aunque con la reserva correspondiente, a una persona que no comprende lo que se sufre para sobresalir en esta disciplina.
Tercera: Hacer lo que a ti te gusta, que te paguen por ello y que te esfuerces por hacerlo mejor”. Hola mis queridos lectores, hacía años que no “me ponía en contacto” con sus mercedes. Antes de disponerme a escribir este mensaje, aficionados me encontraba molesto por la actitud de un individuo que labora dentro de este deporte esperando toda clase de comprensión para él. Todo por hacer algo que le gusta (¿?)Hacer. Nosotros los que trabajamos en el “deporte de las narices chatas”, somos muchas veces muy entusiastas (no todos) para hacerlo aunque con la reserva correspondiente, a una persona que no comprende lo que se sufre para sobresalir en esta disciplina.
ENTRENADORES
CHUPETEADORES
Entre
los personajes que más nos encontramos dentro de este deporte así como en la vida misma, es aquel individuo
que espera ser compensado, solo por ejercitar este deporte. Como si hicieran un favor a la humanidad.
Son
elementos que muchas veces los aficionados al boxeo no comprenden que ellos son
parte de un deporte, pero que no son los
héroes que sienten haberse convertido al desenvolverse dentro del mismo.
No se
me podrá olvidar aquella vez que mi “entrenador en turno” Don Saturnino Avitia
de Irapuato Guanajuato, me consiguió en la ciudad de Cueramaro mi tercer pleito por la que me pagaron la
cantidad de $32.00 Pesos MN, contra un boxeador que me superaba con 4 kilos de
peso. Combate que gane en el tercer round por KOT. La satisfacción
que tuve fue aparte del triunfo y mi
sueldo que nunca reclame al Sr. Avitia que el peleador era yo. Por lo tanto a
mí me tocaba el 66 por ciento y no el 33 por ciento. Acerca de ello, me hice el
“NOBLE” pero sigo siendo feliz
PD.
¿”Y tu cómo estas”? Dice una vieja melodía de Lalo Montane y Benny More
JOHANN “RUKELI” TROLLMANN
HÉROE Y MÁRTIR
Por: RICARDO VEISAGA
Buscando noticias
sobre un homenaje que la canciller alemán Ángela Merkel, realizó el año pasado sobre
el holocausto gitano, el archivo que consulté del “Chicago Tribune” hablaba
sobre el tardío reconocimiento del Parlamento Alemán, destinado a conmemorar a
los muertos y subrayando la necesidad de proteger la vida del odio y del
prejuicio. En el mismo cable de la agencia Reuters,
la periodista Alexandra Hudson menciona al “gypsy boxer” Johann Trollmann. Mi “vana
curiositas” (vana curiosidad), me llevó a buscar información sobre este
personaje, con la seguridad de que detrás de este cable había escondido una
historia importantísima.
Mi búsqueda fue
al principio algo frustrante, muy pocas noticias y de un artículo original las
distintas reproducciones fueron convirtiéndose a versiones más libres,
distorsionando y confundiendo datos y episodios. No así en el idioma alemán, ya
que existe bastante material, pero debo confesar mi total ignorancia respecto a
esa lengua. A medida que avanzaba mi
investigación, crecía mi interés, conmovido por el infierno que tuvo que vivir
Trollmann.
El 27 de
diciembre de 1907, nace en Wilsche (baja Sajonia), Johann Wilhelm Trollmann,
miembro de una familia gitana (sinti) quienes abandonando el nomadismo se
asentaron en Hannover, vivieron en una calle muy corta cercana a una iglesia,
en donde transcurrió gran parte de su vida y comenzó su preferencia por la
práctica del box. “Rukeli” es el
apodo que le asignan, que en lengua romaní de los gitanos centroeuropeos, deriva
de la palabra “árbol”, “árbol joven”.
A la edad de ocho años empezó a practicar boxeo en el Club Heros de Hannover, gracias
a su entrenador judío, se abrió camino y conquistó cuatro campeonatos
regionales y participó en los nacionales. Tenía una forma muy peculiar de
boxear, una rareza para la época, jamás vista, mucho movimiento, un estilo ágil,
sus juegos de piernas y cintura, sus electrizantes esquives, lo semejaban a un bailarín.
Fue un adelantado
y precursor de Ali, Ray “sugar”
Leonard, Naseem Hamed y muchos más. Hofsteter dijo que Trollmann fue “uno de
los inventores del boxeo moderno”, su estilo ágil y su capacidad técnica contrastaba
con el estilo que los nazis cultivaban, basadas en las supuestas virtudes de la
raza aria: fuerza, rudeza y estatismo. En los años sesenta se desarrollaría en
Estados Unidos, no me considero un experto en esta cuestión para certificarlo o
no. Antes de la llegada de los nazis al poder, flotaba en Alemania un
sentimiento racista y Rukeli fue víctima de ese odio racial. En 1928 el comité
de selección le retiró la plaza olímpica para los Juegos Olímpicos de
Estocolmo, a favor de otro boxeador de Hamburgo que había sido derrotado en esa
eliminatoria por Trollmann, la excusa del Comité fue “que su estilo no era lo
suficientemente alemán”.
En respuesta, al
año siguiente Rukeli se trasladó a Berlín y empezó su carrera profesional, a pesar
de su poca corpulencia peleó en los semipesados, ganó fama y dinero. De cabello
moreno, piel oscura y ojos negros, las mujeres atraídas por su aspecto racial
acudían en masa a sus combates. En Colonia, Berlín y Hamburgo se presentaba a
combatir con llenos totales, su estilo acróbata-bailarín hacía vibrar al
público, su juego de piernas había sido bautizado como “el baile de Trollmann”.
En enero de 1933
los nazis llegan al poder, Hitler es nombrado Canciller el día 30. Los nazis
toman el control del boxeo, un deporte muy popular durante los años de la
República del Weimar (previa a Hitler),
Luego de la primera Guerra mundial y del imprudente Tratado de Versalles, ante
la falta de trabajo, la gente se había volcado a los deportes de masas, si bien
era considerado como un deporte esencialmente proletario, algunas estrellas
como el boxeador Max Schmelling, atraían gran público de la burguesía y a
celebridades. Hitler fue un gran admirador del box y de hecho sólo dos deportes
figuran en su libro “Mein Kampf”, el jiujitsu y el box. Las SS y los soldados
practicaban boxeo, se enseñaba en las escuelas y la palabra inglesa fue
sustituida por “faustkampf” (pelea a puñetazos).
En marzo de 1933,
se despoja del título al campeón semipesado alemán de boxeo Eric Seelig, la
razón es que es judío. El mismo año Los nazis adoptan una antigua ley de
Baviera que decía “combatir a gitanos, trashumantes e individuos sin hábitos de
trabajo. A pesar que el jefe de la SS, Henrich Himmler, pensaba que aún
quedaban “arios puros” entre los gitanos, la llamada biología racial decidía
quien debía vivir o no. En junio de 1933, a la Asociación de Boxeo alemana, no
les queda más remedio que organizar la pelea por el título entre el “ario”
Adolf Witt, famoso por su potente derecha y el “gitano”, el Gypsy (su nombre artístico) Trollmann.
Witt era pesado. El combate fue a doce round, en la cervecería Bock en Fidicin
Strasse (Berlín), con la plana mayor del Tercer Reich en primera fila, en la
bockbrauerei de Berlín, el gran Rukeli gracias a su juego de piernas, su rapidez
y sus golpes pusieron contra las cuerdas a Witt, incluso se daba el lujo de
comentar el combate con la gente que ocupaba las primeras filas (no se usaba
protector bucal), Al finalizar el combate, Witt tenía el rostro ensangrentado y
Trollmann su rostro estaba inmaculado.
Los oficiales
nazis presionaron a los jurados y declararon un empate nulo, el público
reaccionó indignado, enfurecieron a tal punto que los jefes nazis temieron por
su integridad. La historiadora de boxeo Sofía Schrmitz dijo sobre el veredicto:
“Este era un público que entendía de boxeo y podía ver que se estaba
manipulando el combate con fines políticos”, “la gente definitivamente no
estaba preparada para participar de este tipo de manipulación basada en el
racismo”. Los jurados decidieron cambiar su decisión y anunciaron: ¡gitano
Trollmann ganador! Rukeli recibió el cinturón de campeón y se tiró al piso
llorando desconsoladamente. En los días siguientes los medios periodísticos
especializados, atacaron a Rukeli de manera despiadada, como la revista
“Boxsport” que sentenciaban que su boxeo era demasiado “teatral “y que “carece de
clase”, se mofaban de su “imprevisible
carácter gitano”, o que un verdadero campeón “no corre por el ring”. De
“afeminado” lo calificaba el “Volkischen
Beobachter” (El Observador Popular), periódico oficial del partido nazi.
Días después la Asociación le quita el título por desarrollar un “mal boxeo” y
por “conducta indecorosa” (el hecho de llorar en el ring).
La Asociación
aumenta su ataque, Rukeli es obligado a pelear contra Gustav Eder, pero se
advierte que debe combatir según el “estilo
alemán”, es decir “quieto” e “intercambiar golpes” estático. Alea Jacta est (la suerte está echada),
decían los romanos. Rukeli sabe lo que le espera, entonces decide hacer un gesto, dejar un mensaje. El día del
combate nuestro héroe ingresó al ring con el pelo teñido de rubio y su cuerpo
cubierto de talco o harina, el estadio enmudeció, parecía que Rukeli les estaba
diciendo “¿Ahora soy un ario”?
Trollmann se quedó quieto en el centro del ring y soportó todos los golpes que
le arrojaba Eder, ensangrentado, en el quinto round no pudo aguantar el sádico
castigo y se derrumbó más allá de la cuenta final.
Siguió
combatiendo pero ya no era él, obligado a pelear quieto, le habían roto las
alas, y en los peleas algún funcionario del partido, se acercaba a su rincón y
le ordenaba, “¡gitano, túmbate o iremos por tu familia!” Su situación personal
insostenible lo llevó a pelear en ferias y en circos, o en circuitos
clandestinos de box, enterados los de la Asociación le revocaron su licencia.
Trollmann se divorció
de su mujer para protegerla y que su hija pudiera cambiarse de apellido. Su
hija Rita Vowe, que en 1938 aún se llamaba Rita Edith Trollmann, recuerda
débilmente como su padre Johann las abrazaba a ella y a su madre, Olga Frieda
Bilda, con los papeles del divorcio sobre la mesa de la cocina, su madre era
una gadyé (así se denominaba en
romanés a la persona ajena a la etnia gitana). Rita Vowe, después de setenta
años llegaría a conocer la historia de lucha, sacrificio y muerte de su padre y
quién le dio la oportunidad de sobrevivir. Ese mismo año una ley equiparaba a
los gitanos con los judíos, y Trollmann fue detenido y esterilizado. Dos hermanos de Rukeli fueron apresados y
enviados a campos de concentración, su hermano menor Henrich Trollmann, llamado
Stabeli, también boxeador, fue
deportado a Auschwitz, murió en ese lugar a los 27 años, en 1943.
En septiembre de
1942 comienza la guerra y Trollmann es reclutado y enviado al frente oriental,
al frente ruso, como soldado de infantería. En diciembre de 1942, Himmler, en
lo que se conoce como Decreto de
Auschwitz, ordena la deportación de todos los gitanos. Trollmann, durante
un permiso que obtiene en 1942, regresa a Alemania pero es arrestado por la Gestapo, y lo envían al campo de
concentración “Neuengamme”, cerca de Hamburgo, fichado como preso 721/1943. Trabaja junto a los demás prisioneros en la fabricación
de ladrillos. El director del campo había sido un directivo de boxeo antes de
la guerra y reconoció a Trollmann, fue obligado a pelear para entrenar a los de
la SS del campo, debilitado y extenuado, cada tarde luego del agotador trabajo,
debía combatir para regocijo de los guardias y por la promesa de una ración
extra de comida.
El escritor Roger
Repplinger, escribió un libro en alemán: “Leg dich, Zigeuner. Die Geschichte
von Johann Trollmann und Tull Harder”. Donde contrapone la biografía de Trollmann,
boxeador preso en el campo, por su condición de gitano, con la del futbolista
Otto Tull Harder, ídolo alemán
afiliado a las SS, fue guardia en el campo donde estaba detenido Rukeli. Al
concluir la guerra Harder fue juzgado por crímenes contra la humanidad,
condenado a 15 años de prisión, falleció en Hamburgo, sólo cumplió 10 años.
Durante la Copa mundial de Futbol, se editó en Hamburgo un folleto que ensalzaba
la figura de Harder como “modelo a imitar
por la juventud”, lo que provocó un gran escándalo y se retiraron todos los
ejemplares.
Su supervivencia
estaba en juego, y el comité de prisioneros finge su muerte, y bajo una falsa
identidad logran que se lo envié al campo de Wittemberge. Pero en este campo,
es nuevamente reconocido y empieza su martirio, es obligado a combatir, y
organizan una pelea con un antiguo criminal llamado Emil Cornelius, era un “Kapo”,
un prisionero con privilegios, era un
colaborador de los nazis, un espía interno. Kapo era una forma reducida de Kameraden Polizei (camaradas políticos).
Rukeli en un último acto de dignidad, se enfrentó a Cornelius, derribándolo en
el barro del campo, para risa de los demás carceleros. Trollmann cometió el “error” de noquear al Kapo, Cornelius cegado por la vergüenza agarró
un madero y apaleó hasta la muerte a Trollmann, ante las burlas y la
impasibilidad de los guardias, frente al cadáver del ex campeón alemán, tirado
en el barro, con los guantes puestos.
La vida de Johann
Trollmann representa el sufrimiento del pueblo gitano, del Porrajmos que los romaníes sufrieron bajo el régimen nazi. Escribí
al principio de este artículo, que Trollmann era al mismo tiempo un Héroe y un Mártir. Recordaba el dramaturgo Víctor Hugo que: “El infortunio, el
aislamiento, el abandono y la pobreza son campos de batalla que tienen sus
héroes”, y en este campo el del boxeo, tuvo su héroe, Rukeli lo fue, porque “Un
héroe lo es en todos los sentidos y maneras, y ante todo, en el corazón y en el
alma”, según Thomas Carlyle. Francis Scott Fitzgerald dijo: “Enséñame un héroe
y te escribiré una tragedia”, y Trollmann en cierto sentido su vida fue una
verdadera tragedia, aquellas tragedias de las que nos hablaban los antiguos
griegos, el “Héroe trágico” de Sófocles,
donde se explicaba las cosas más incomprensibles no sólo por lo humano sino por
lo divino, el aniquilamiento del hombre, sin ninguna finalidad comprensible, y
aun en contra de toda moral, pero siempre buscaron en esas acciones la causa últimas de su padecer.
El héroe trágico
griego es aquel que se enfrenta a un destino fatal en una guerra sin cuartel,
sabe que su destino será inevitable sin embargo pelea como si no lo supiera, a
veces parece tener el triunfo en sus manos pero el destino termina por
imponerse, por eso lo importante de Carlyle cuando dice: “Puede ser un héroe lo
mismo el que triunfa que el que sucumbe, pero jamás el que abandona el
combate”. Disraelí nos prevenía: “A
menudo los héroes son desconocidos”, y al escribir sobre este héroe, lo
hago con la intención de que se conozca la vida de Trollmann, y no sólo para
los hombres que participan del mundo del boxeo. Y para recordar que Alemania un
pueblo que produjo tantos músicos, escritores, filósofos, hombres de ciencia,
etc. También produjo unos de las noches más oscuras de la humanidad, pero que
no surgió como los hongos después de la lluvia, el nazismo fue hijo no sólo de
Himmler o Hitler, sino también de Lutero,
del Conde de Gobineau, Nietzsche, Richard Wagner, Chamberlain, de
Fichte, de Hegel, Bismarck, de Lessing, Herder, Heidegger, etc.
No hay que
olvidar que no existe una raza superior y que al mundo lo domina más de las
veces la irracionalidad. “El tirano muere y su reino termina. El mártir muere y
su reino comienza”, decía Kierkegaard. Y Rukeli fue, en su sentido primigenio
un “Testigo”, eso significa en
griego, mártir, fue un testigo de
nuestro tiempo y lo probó con su vida. Philip Kerr, en la última emisión de la
zaga de Bernie Gunther (“Si los muertos no resucitan”), dijo: “La verdad no había
historia más triste que la del zíngaro Trollmann”.
A fines de 2003,
la Asociación Alemana de Boxeo, les entregó el cinturón de campeón a los
descendientes de Trollmann, e inscribió su nombre en el libro de los campeones.
En agosto de 2004, se le puso su nombre a una calle en Hannover y otra en
Hamburgo. En 2006 se filmó una película, “Rukeli”, pero en alemán. En enero de
2011, el remodelado pabellón de deportes de Berlín, levantado en el mismo lugar
donde peleó por el título, fue renombrado como Johann Trollmann Boxcamp.
El monumento a Johann Trollmann fue inaugurado el 9 de junio de 2010, en el
Victoria Park de Berlín. El monumento es un ring semihundido. En enero de 2013 se estrenó un docudrama
titulado “Gipsy”, sobre la vida del
boxeador. “La victoria tardía” es el
título de una canción en su honor, del grupo “Spatlese”.
Friday, May 31, 2013
RINGO BONAVENA
Un guapo sin corona
Por: RICARDO VEISAGA
Oscar Natalio nació
en el seno de una familia de inmigrantes
de origen italiano, fue el octavo hijo de los nueve que tuvieron Vicente
Bonavena, empleado, conductor de tranvías (motorman) y Dominga Grillo, quien
trabajaba lavando ropa para ayudar con la economía familiar. Un periodista
estadounidense le preguntó años después: ¿Cuántos hermanos son? -“Ocho vivos y yo, que soy el único que
trabaja”, respondió con esa mezcla de inocencia y sinceridad propia de “Ringo”.
Su familia vivía
en una humildad que muchas veces rozaba con la pobreza, a esa etapa de su vida
se refirió muchas veces: “sufrí las peores cosas que te da la miseria”, “una
vez tire de la cadena y se cayó el depósito (del inodoro), de puro podrido”,
esa misma pobreza le fue señalando el camino, su contacto con el boxeo fue por
los carnavales. “Siempre me disfrazaban de boxeador porque era lo más barato;
desnudo, con un pantaloncito y un par de guantes prestados por un vecino”. Tuvo
que dejar la escuela por las mismas razones. Realizó diversos trabajos para
ganar un poco de dinero y para iniciarse en el box, fue repartidor de pizzas, picapedrero,
ayudante de carnicería, etc. Ringo, graciosamente lo atribuía a otra cosa, él
decía: “De tanto repetir, casi me caso con la maestra” (lo dejó en sexto
grado).
La periodista
María Esther Gallo, le preguntó: -¿Cómo le surgió la idea de hacerse boxeador?-
Ringo tapándose la cara responde: “Yo cuando era chico tenia la misma cara que
ahora. Todos me decían: ¿Vos sos boxeador, pibe? Y la vieja siempre me
disfrazaba de boxeador. Dios me hizo boxeador. Bueno… Yo digo Dios como puedo decir
mi mamá”. –A Dios no lo conozco, a mi vieja sí. Es lo más grande que hay.-
En el mismo reportaje le preguntaron: -mientras
pelea, ¿oye lo que el público le grita? -“Cuando recién empecé oía como quien oye
llover. Tenía menos responsabilidad, me quedaba tranquilo. Ahora es distinto.”
-¿Y qué le gritan?- -“¡Vieja! Vení, oí,
mirá si le voy a decir lo que me gritan.-
La madre se acercó y dijo: “A veces se acuerdan de mi”. Y agregó Bonavena,
con esa cara y alma de pibe: “Eso sí que me da rabia. Pero lo que más me gritan
es: “Dale, maricón, anda a dormir a tu casa…”. En esa región de Sudamérica, decirle a alguien
que es un hijo de una prostituta es el mayor insulto.
Con 17 años
recién cumplidos, se consagró campeón amateur argentino, en el 1963 durante los
juegos panamericanos en Brasil, preso de su estilo agresivo y voraz, seguro de
acabar con el oponente lo llevó a morder en el pecho a Lee Carr, que le estaba
propinando una golpiza, eso mismo le sucedería años después con Zora Folley en
el Madison Square Garden, un viejo zorro y experimentado, él tenía más de 80
combates y Ringo 8.
Cuando el
periodista Bernardo Neustadt le preguntó sobre la mordedura a Carr, él
contestó: “¡Qué sé yo por que lo hice…! Impotencia, rabia, desesperación,
chifladura… ¡qué sé yo! No viene al caso. Es lo otro lo que importa. Me la
dieron por la cabeza. Yo era la mancha
negra del deporte de la Argentina… Me quitaron la licencia. No podía boxear
más como amateur en la Argentina… Me dejaron poco menos que en la vía… Sí, no
se asombre… ¡en la vía! ¿O usted se cree que yo peleaba gratis…? Yo era
amateur, pero no subía a un ring por menos de cinco o seis mil pesos… Dos
peleítas por mes. Un sueldo. Los “señores” de la federación decretaron mi
defunción. Me quise hacer profesional. Pensé en alguna gauchada (favor)… ¿sabe
lo que pasó? Movieron los piolines para seguir dándomela por la cabeza… Cuando
fui a revisación médica en la Comisión Municipal… ¡me declararon incordinado!
No apto para boxear. Primero me dio bronca, después me causó gracia. Me fui a
los Estados unidos. Sin la palanca de nadie, por las mías, a jugármela solo.
Los resultados usted los conoce… Pero yo me pregunto, le pregunto a ustedes, a
todos… Allá me revisaron y no fui incordinado, vine a Buenos Aires después de
una campaña que nadie esperaba… y tampoco me prohibieron boxear… ¿Por qué antes
no y ahora sí?”.
“Somos
más sinceros cuando estamos iracundos que cuando estamos tranquilos”. Dijo Cicerón.
En Estados Unidos
debutó con un knock out en el primer round ante Lou Hicks y continuaría con
siete victorias seguidas, seis de ellas por la vía rápida, hasta su derrota con
Folley. En su carrera profesional se registran 58 triunfos (44 por knock out),
9 derrotas y 1 empate. Entre esas peleas le ganó al famoso boxeador mexicano
Manuel “pulgarcito” Ramos, por knock out.
A George Chuvalo, se enfrentó dos veces con el legendario Joe Frazier,
en la primera Ringo envío dos veces a la lona a Frazier, perdió por puntos en
una polémica pelea. A Karl Mildenberger en pelea eliminatoria al título pesado
de la AMB. En la misma eliminatoria fue derrotado por puntos por Jimmy Ellis,
quien a la postre resultaría el campeón del mundo.
El 4 de
septiembre de 1965, ante 25.236 espectadores un record jamás superado en el mítico
Luna Park de Buenos Aires (y más de cinco mil personas sin poder entrar), que
fueron ver perder a Ringo ante Gregorio “goyo” Peralta, quien era un caballero del ring, Bonavena era
el bocón más grande, pero el más guapo. Ringo había preparado el espectáculo
mediático meses antes del combate (en épocas que no era común), en la radio, la
tv y los diarios, se burlaba de Peralta. Al subir al cuadrilátero recibió la
silbatina más fuerte que se recuerde, quince minutos después esa silbatina fue
parte del pasado, en el 5 round Ringo envío a la lona a Goyo y a partir de allí
todo fue ovación para el “fanfarrón”.
Goyo Peralta era el ahijado del
General Perón, quien movía los hilos
desde su exilio en Madrid.
Bonavena fue un
verdadero self made man, “Yo soy yo.
Lo que tengo lo hice yo… Hago lo que quiero con la gente y lleno el Luna Park.
Y además, canto porque me gusta y hago teatro porque me gusta. A Ringo Bonavena
lo hice yo. Ya no es como antes. A los boxeadores los miraban como a locos, a
tarados, a borrachos. Ya no somos más gladiadores. Somos artistas”. Palito
Ortega le había escrito una canción, “Pío Pío Pa” (se lo puede oír en Youtube)
que Ringo grabó para tortura de muchos, pero fue un éxito en ventas, envidia de
muchos cantantes consagrados, también incursionó en el teatro en un musical,
junto a los mexicanos Marco Antonio Muñiz, Emily Cranz y chucho Salinas y en
algunas películas, televisión, también en el teatro de revistas junto a la
bella Zuma faiad, a ellos se les atribuyó un romance, para mayor envidia de sus
detractores.
“Bueno, yo soy
boxeador…” diría Ringo. “No tengo nada de voz, pero me gusta cantar… canto en
la radio y trabajo en el teatro porque soy Ringo Bonavena, si no, cantaría en
el baño de mi casa.”, “La gente confunde fanfarronería con sinceridad. Van al
Luna Park y me gritan fanfa, a mí que
me importa, si los que gritan en contra, sobre todo las mujeres, ya se pusieron
(pagaron) en la boletería”. “Tanto
tenés, tanto valés. Cuando perdí con Jimmy Ellis se abrieron todos y me quedé
solo. Cuando le gané a Mildenberger el
presidente me mandó un telegrama; cuando perdí no se acordó. Hasta gente que yo
creí era amiga mía desapareció. Todo el periodismo, todos. Cuando alguien se
acercaba era para buscar pretextos: “No hiciste lo que te dijimos…” ¿Y qué me
pueden enseñar a mí? ¿Se creen que es como el futbol que uno se cansa y le pasa
la pelota a otro? ¿A quién le paso la pelota yo arriba del ring? Por eso Ringo
recordaba a los amigos de siempre: “Siempre me paso por el café del barrio. Ahí
están los muchachos de siempre, esos que conozco de cuando no era nadie y
siguen siendo los mismos tipos desinteresados”.
“Te dicen: “Vamos,
Ringo, vamos a ganar”. ¿Qué vamos?, si el que pone la cara soy yo. Vas a ganar,
tendrían que decir. Si suena la campana y yo me quedo solo ahí arriba”. “Todos
te hablan y te aconsejan antes de la pelea, pero cuando suena la campana estás
tan solo que hasta el banquito te sacan” Ringo Bonavena. En una entrevista
en televisión, el entrevistador en un rapto de moralina, le preguntó: Pero,
Ringo ¿todo es dinero? Él le respondió, ¿a usted que le parece? En unos
momentos usted va interrumpir la entrevista, para pasar publicidad.
Su mayor pelea
fue Muhammad Ali, aquella que lo graduó de “guapo”, en los días previos al
combate Bonavena le ganó en el show mediático al mayor showman del mundo del
boxeo. Lo llamaba Clay, lo trató de gallina, por su negativa a pelear en
Vietnam, incluso se tapaba la nariz enfrente del boxeador. –Nunca debiste haber hablado así de Muhammad
Ali, dijo el moreno- “Clay… aclaró Bonavena”. – ¡Ali!-. “Clay, Clay… repetía
Ringo. El Ku Klux Klan hizo públicas sus simpatías por Bonavena y la Panteras
Negras estuvieron afuera del Madison apoyando a Ali. En una pelea intensa,
Ringo lo conectó con la “bomba”, un
golpe peligroso de su zurda boleada, en el noveno round, pero perdió por tres
caídas en el decimoquinto round, su cansancio y sus “pies planos” le jugaron en
contra.
Durante las
caídas de Ringo, Ali, no fue a su rincón, y no le daba respiro a Bonavena, ante
la complicidad del árbitro, pero eso es anécdota. Ringo solía recordar: “Mejor
perder a lo macho que ganar a lo cobarde”. “¿Qué podía haber terminado de pie con Ali?
Puede ser, pero ése era mi verdadero sueño y, por lógica, los sueños también a
veces terminan mal. Fue mi pelea, aunque haya sido derrotado”. Su compatriota Jorge Luis Borges escribió
alguna vez: “felices los valientes, los que aceptan con ánimo parejo la derrota
o las palmas”.
Para Ali no era
una pelea cualquiera, necesitaba ganarle a Bonavena para enfrentar a Frazier.
“De Bonavena nos reíamos todos porque lo considerábamos un payaso, pero él se
reía de todos nosotros cuando iba al banco”. Diría Muhammad Ali.
Lo única
preocupación de Ringo era, como lo recuerda Cherquis: “Ya abatido, en un hilo
de voz, camino al vestuario, preguntaba. “Díganme ¿yo guapié, no? ¿Díganme la
verdad, guapié, no? Sí, esa noche se había graduado de guapo, ante el mejor de
la historia. En marzo del 71, el periodista Ramón Márquez, fue a Miami enviado
por el periódico Excélsior de México, lugar de entrenamiento de Ali para su
combate con Frazier. Ali le respondió al periodista: “… La pelea de Bonavena
pudo haber sido una mala lección para mí porque fue mi peor pelea, pero nadie
se ha fijado que la gané por nocaut, y que Frazier no lo pude hacer en (dos
peleas con Bonavena) 25 rounds y que en cambio, estuvo dos veces en la lona… He
tenido mejores rivales que Frazier…”
-¿Y
Bonavena? - Él fue fuerte, puedo
decirlo, pero pude noquearlo. Esa fue mi peor noche. Me dio duro en el noveno
round, especialmente con un gancho izquierdo que Frazier jamás dispara. Todo se
me nubló en aquel instante, sentí vibraciones hasta en los dientes…
-Sí, Bonavena es
mucho más fuerte que Frazier.”
En 1976, Ringo se
radicó en Reno (Nevada) con miras a una revancha con Ali, realizando algunos
combates, se vinculó al mafioso siciliano Joe Conforte (su apoderado), dueño
del “Mustang Ranch”, el primer prostíbulo legal de Estados Unidos, y a su mujer
Sally, con quien se dice mantuvo relaciones peligrosas. Willard Ross Brymer,
quien oficiaba de sparring de Ringo, en Reno, se encargaría de emboscar y asesinar
de un balazo apenas amanecía el 22 de mayo de 1976, en un episodio jamás
esclarecido totalmente, el director de cine Taylor Hackford llevó la tragedia
al cine con el título de “love Ranch”. Ringo quedó tendido para siempre en el
árido paisaje de Reno, contaba con 33 años, así lo recordaría un poeta:
Como no voy a
recordarte que no sea de esta manera.
Si un frio mayo,
ahí tan frio como tu ausencia.
Diste duro tu
gran pelea, la de la vida, la que no espera.
Como no voy a
recordarte que no sea de esta manera.
Que sin vos
Ringo, las calles están grises como niebla.
Tuesday, May 28, 2013
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