Un guapo sin corona
Por: RICARDO VEISAGA
Oscar Natalio nació
en el seno de una familia de inmigrantes
de origen italiano, fue el octavo hijo de los nueve que tuvieron Vicente
Bonavena, empleado, conductor de tranvías (motorman) y Dominga Grillo, quien
trabajaba lavando ropa para ayudar con la economía familiar. Un periodista
estadounidense le preguntó años después: ¿Cuántos hermanos son? -“Ocho vivos y yo, que soy el único que
trabaja”, respondió con esa mezcla de inocencia y sinceridad propia de “Ringo”.
Su familia vivía
en una humildad que muchas veces rozaba con la pobreza, a esa etapa de su vida
se refirió muchas veces: “sufrí las peores cosas que te da la miseria”, “una
vez tire de la cadena y se cayó el depósito (del inodoro), de puro podrido”,
esa misma pobreza le fue señalando el camino, su contacto con el boxeo fue por
los carnavales. “Siempre me disfrazaban de boxeador porque era lo más barato;
desnudo, con un pantaloncito y un par de guantes prestados por un vecino”. Tuvo
que dejar la escuela por las mismas razones. Realizó diversos trabajos para
ganar un poco de dinero y para iniciarse en el box, fue repartidor de pizzas, picapedrero,
ayudante de carnicería, etc. Ringo, graciosamente lo atribuía a otra cosa, él
decía: “De tanto repetir, casi me caso con la maestra” (lo dejó en sexto
grado).
La periodista
María Esther Gallo, le preguntó: -¿Cómo le surgió la idea de hacerse boxeador?-
Ringo tapándose la cara responde: “Yo cuando era chico tenia la misma cara que
ahora. Todos me decían: ¿Vos sos boxeador, pibe? Y la vieja siempre me
disfrazaba de boxeador. Dios me hizo boxeador. Bueno… Yo digo Dios como puedo decir
mi mamá”. –A Dios no lo conozco, a mi vieja sí. Es lo más grande que hay.-
En el mismo reportaje le preguntaron: -mientras
pelea, ¿oye lo que el público le grita? -“Cuando recién empecé oía como quien oye
llover. Tenía menos responsabilidad, me quedaba tranquilo. Ahora es distinto.”
-¿Y qué le gritan?- -“¡Vieja! Vení, oí,
mirá si le voy a decir lo que me gritan.-
La madre se acercó y dijo: “A veces se acuerdan de mi”. Y agregó Bonavena,
con esa cara y alma de pibe: “Eso sí que me da rabia. Pero lo que más me gritan
es: “Dale, maricón, anda a dormir a tu casa…”. En esa región de Sudamérica, decirle a alguien
que es un hijo de una prostituta es el mayor insulto.
Con 17 años
recién cumplidos, se consagró campeón amateur argentino, en el 1963 durante los
juegos panamericanos en Brasil, preso de su estilo agresivo y voraz, seguro de
acabar con el oponente lo llevó a morder en el pecho a Lee Carr, que le estaba
propinando una golpiza, eso mismo le sucedería años después con Zora Folley en
el Madison Square Garden, un viejo zorro y experimentado, él tenía más de 80
combates y Ringo 8.
Cuando el
periodista Bernardo Neustadt le preguntó sobre la mordedura a Carr, él
contestó: “¡Qué sé yo por que lo hice…! Impotencia, rabia, desesperación,
chifladura… ¡qué sé yo! No viene al caso. Es lo otro lo que importa. Me la
dieron por la cabeza. Yo era la mancha
negra del deporte de la Argentina… Me quitaron la licencia. No podía boxear
más como amateur en la Argentina… Me dejaron poco menos que en la vía… Sí, no
se asombre… ¡en la vía! ¿O usted se cree que yo peleaba gratis…? Yo era
amateur, pero no subía a un ring por menos de cinco o seis mil pesos… Dos
peleítas por mes. Un sueldo. Los “señores” de la federación decretaron mi
defunción. Me quise hacer profesional. Pensé en alguna gauchada (favor)… ¿sabe
lo que pasó? Movieron los piolines para seguir dándomela por la cabeza… Cuando
fui a revisación médica en la Comisión Municipal… ¡me declararon incordinado!
No apto para boxear. Primero me dio bronca, después me causó gracia. Me fui a
los Estados unidos. Sin la palanca de nadie, por las mías, a jugármela solo.
Los resultados usted los conoce… Pero yo me pregunto, le pregunto a ustedes, a
todos… Allá me revisaron y no fui incordinado, vine a Buenos Aires después de
una campaña que nadie esperaba… y tampoco me prohibieron boxear… ¿Por qué antes
no y ahora sí?”.
“Somos
más sinceros cuando estamos iracundos que cuando estamos tranquilos”. Dijo Cicerón.
En Estados Unidos
debutó con un knock out en el primer round ante Lou Hicks y continuaría con
siete victorias seguidas, seis de ellas por la vía rápida, hasta su derrota con
Folley. En su carrera profesional se registran 58 triunfos (44 por knock out),
9 derrotas y 1 empate. Entre esas peleas le ganó al famoso boxeador mexicano
Manuel “pulgarcito” Ramos, por knock out.
A George Chuvalo, se enfrentó dos veces con el legendario Joe Frazier,
en la primera Ringo envío dos veces a la lona a Frazier, perdió por puntos en
una polémica pelea. A Karl Mildenberger en pelea eliminatoria al título pesado
de la AMB. En la misma eliminatoria fue derrotado por puntos por Jimmy Ellis,
quien a la postre resultaría el campeón del mundo.
El 4 de
septiembre de 1965, ante 25.236 espectadores un record jamás superado en el mítico
Luna Park de Buenos Aires (y más de cinco mil personas sin poder entrar), que
fueron ver perder a Ringo ante Gregorio “goyo” Peralta, quien era un caballero del ring, Bonavena era
el bocón más grande, pero el más guapo. Ringo había preparado el espectáculo
mediático meses antes del combate (en épocas que no era común), en la radio, la
tv y los diarios, se burlaba de Peralta. Al subir al cuadrilátero recibió la
silbatina más fuerte que se recuerde, quince minutos después esa silbatina fue
parte del pasado, en el 5 round Ringo envío a la lona a Goyo y a partir de allí
todo fue ovación para el “fanfarrón”.
Goyo Peralta era el ahijado del
General Perón, quien movía los hilos
desde su exilio en Madrid.
Bonavena fue un
verdadero self made man, “Yo soy yo.
Lo que tengo lo hice yo… Hago lo que quiero con la gente y lleno el Luna Park.
Y además, canto porque me gusta y hago teatro porque me gusta. A Ringo Bonavena
lo hice yo. Ya no es como antes. A los boxeadores los miraban como a locos, a
tarados, a borrachos. Ya no somos más gladiadores. Somos artistas”. Palito
Ortega le había escrito una canción, “Pío Pío Pa” (se lo puede oír en Youtube)
que Ringo grabó para tortura de muchos, pero fue un éxito en ventas, envidia de
muchos cantantes consagrados, también incursionó en el teatro en un musical,
junto a los mexicanos Marco Antonio Muñiz, Emily Cranz y chucho Salinas y en
algunas películas, televisión, también en el teatro de revistas junto a la
bella Zuma faiad, a ellos se les atribuyó un romance, para mayor envidia de sus
detractores.
“Bueno, yo soy
boxeador…” diría Ringo. “No tengo nada de voz, pero me gusta cantar… canto en
la radio y trabajo en el teatro porque soy Ringo Bonavena, si no, cantaría en
el baño de mi casa.”, “La gente confunde fanfarronería con sinceridad. Van al
Luna Park y me gritan fanfa, a mí que
me importa, si los que gritan en contra, sobre todo las mujeres, ya se pusieron
(pagaron) en la boletería”. “Tanto
tenés, tanto valés. Cuando perdí con Jimmy Ellis se abrieron todos y me quedé
solo. Cuando le gané a Mildenberger el
presidente me mandó un telegrama; cuando perdí no se acordó. Hasta gente que yo
creí era amiga mía desapareció. Todo el periodismo, todos. Cuando alguien se
acercaba era para buscar pretextos: “No hiciste lo que te dijimos…” ¿Y qué me
pueden enseñar a mí? ¿Se creen que es como el futbol que uno se cansa y le pasa
la pelota a otro? ¿A quién le paso la pelota yo arriba del ring? Por eso Ringo
recordaba a los amigos de siempre: “Siempre me paso por el café del barrio. Ahí
están los muchachos de siempre, esos que conozco de cuando no era nadie y
siguen siendo los mismos tipos desinteresados”.
“Te dicen: “Vamos,
Ringo, vamos a ganar”. ¿Qué vamos?, si el que pone la cara soy yo. Vas a ganar,
tendrían que decir. Si suena la campana y yo me quedo solo ahí arriba”. “Todos
te hablan y te aconsejan antes de la pelea, pero cuando suena la campana estás
tan solo que hasta el banquito te sacan” Ringo Bonavena. En una entrevista
en televisión, el entrevistador en un rapto de moralina, le preguntó: Pero,
Ringo ¿todo es dinero? Él le respondió, ¿a usted que le parece? En unos
momentos usted va interrumpir la entrevista, para pasar publicidad.
Su mayor pelea
fue Muhammad Ali, aquella que lo graduó de “guapo”, en los días previos al
combate Bonavena le ganó en el show mediático al mayor showman del mundo del
boxeo. Lo llamaba Clay, lo trató de gallina, por su negativa a pelear en
Vietnam, incluso se tapaba la nariz enfrente del boxeador. –Nunca debiste haber hablado así de Muhammad
Ali, dijo el moreno- “Clay… aclaró Bonavena”. – ¡Ali!-. “Clay, Clay… repetía
Ringo. El Ku Klux Klan hizo públicas sus simpatías por Bonavena y la Panteras
Negras estuvieron afuera del Madison apoyando a Ali. En una pelea intensa,
Ringo lo conectó con la “bomba”, un
golpe peligroso de su zurda boleada, en el noveno round, pero perdió por tres
caídas en el decimoquinto round, su cansancio y sus “pies planos” le jugaron en
contra.
Durante las
caídas de Ringo, Ali, no fue a su rincón, y no le daba respiro a Bonavena, ante
la complicidad del árbitro, pero eso es anécdota. Ringo solía recordar: “Mejor
perder a lo macho que ganar a lo cobarde”. “¿Qué podía haber terminado de pie con Ali?
Puede ser, pero ése era mi verdadero sueño y, por lógica, los sueños también a
veces terminan mal. Fue mi pelea, aunque haya sido derrotado”. Su compatriota Jorge Luis Borges escribió
alguna vez: “felices los valientes, los que aceptan con ánimo parejo la derrota
o las palmas”.
Para Ali no era
una pelea cualquiera, necesitaba ganarle a Bonavena para enfrentar a Frazier.
“De Bonavena nos reíamos todos porque lo considerábamos un payaso, pero él se
reía de todos nosotros cuando iba al banco”. Diría Muhammad Ali.
Lo única
preocupación de Ringo era, como lo recuerda Cherquis: “Ya abatido, en un hilo
de voz, camino al vestuario, preguntaba. “Díganme ¿yo guapié, no? ¿Díganme la
verdad, guapié, no? Sí, esa noche se había graduado de guapo, ante el mejor de
la historia. En marzo del 71, el periodista Ramón Márquez, fue a Miami enviado
por el periódico Excélsior de México, lugar de entrenamiento de Ali para su
combate con Frazier. Ali le respondió al periodista: “… La pelea de Bonavena
pudo haber sido una mala lección para mí porque fue mi peor pelea, pero nadie
se ha fijado que la gané por nocaut, y que Frazier no lo pude hacer en (dos
peleas con Bonavena) 25 rounds y que en cambio, estuvo dos veces en la lona… He
tenido mejores rivales que Frazier…”
-¿Y
Bonavena? - Él fue fuerte, puedo
decirlo, pero pude noquearlo. Esa fue mi peor noche. Me dio duro en el noveno
round, especialmente con un gancho izquierdo que Frazier jamás dispara. Todo se
me nubló en aquel instante, sentí vibraciones hasta en los dientes…
-Sí, Bonavena es
mucho más fuerte que Frazier.”
En 1976, Ringo se
radicó en Reno (Nevada) con miras a una revancha con Ali, realizando algunos
combates, se vinculó al mafioso siciliano Joe Conforte (su apoderado), dueño
del “Mustang Ranch”, el primer prostíbulo legal de Estados Unidos, y a su mujer
Sally, con quien se dice mantuvo relaciones peligrosas. Willard Ross Brymer,
quien oficiaba de sparring de Ringo, en Reno, se encargaría de emboscar y asesinar
de un balazo apenas amanecía el 22 de mayo de 1976, en un episodio jamás
esclarecido totalmente, el director de cine Taylor Hackford llevó la tragedia
al cine con el título de “love Ranch”. Ringo quedó tendido para siempre en el
árido paisaje de Reno, contaba con 33 años, así lo recordaría un poeta:
Como no voy a
recordarte que no sea de esta manera.
Si un frio mayo,
ahí tan frio como tu ausencia.
Diste duro tu
gran pelea, la de la vida, la que no espera.
Como no voy a
recordarte que no sea de esta manera.
Que sin vos
Ringo, las calles están grises como niebla.